Destinos emergentes en la movilidad internacional de cubanos

Cabo Verde y Mozambique

Emerging destinations in the international mobility of Cubans: Cape Verde and Mozambique.

Resumen

El presente artículo analiza la migración de cubanos hacia Cabo Verde y Mozambique como parte de un proceso más amplio de movilidad internacional hacia destinos no tradicionales que expresa múltiples manifestaciones en cuanto a la direccionalidad, regularidad, temporalidad, circularidad, composición y elementos motivacionales. Se utilizó un enfoque cualitativo combinando el análisis bibliográfico y documental, así como la interpretación de un cuestionario realizado a algunos migrantes cubanos en estos destinos. Los resultados permiten identificar una tendencia de los flujos dirigidos a las naciones africanas que están compuestos en su mayoría por una migración temporal y regular tendiente a la circularidad. Los motivos fundamentales se relacionan con lo económico y familiar a partir de la determinación de que en Cuba no logran alcanzar sus metas personales y profesionales.

Palabras claves: migración, redes migratorias, mano de obra, empleo, profesionales

Abstract

This article analyzes the migration of Cubans to Cape Verde and Mozambique as part of a broader process of international mobility to non-traditional destinations that expresses multiple manifestations in terms of directionality, regularity, temporality, circularity, composition and motivational elements. A qualitative approach was used combining bibliographic and documentary analysis, as well as the interpretation of a questionnaire made to some Cuban migrants in these destinations. The results allow us to identify a trend in the flows directed to African nations, which are mostly composed of temporary and regular migration tending to circularity. The fundamental reasons are related to the economic and family matters based on the determination that in Cuba they are not able to achieve their personal and professional goals.

Keywords: migration, migratory networks, labor force, employment, professionals

Introducción

La movilidad internacional de cubanos hacia África, si bien es un fenómeno bastante reciente, ha despertado un progresivo interés en la academia cubana por múltiples factores. Entre ellos se encuentran la aparente incongruencia en cuanto a que los flujos se mueven en dirección a países con un Índice de Desarrollo Humano predominantemente de bajo en comparación con el país de origen; el hecho de que la migración se desarrolle hacia una zona de recepción no tradicional y en donde el asentamiento histórico de cubanos tiene muy poco impacto; las consecuencias de movilizarse hacia un contexto geográfico lejano lo cual puede hacer peligrar la enraizada balanza costo-beneficio que supone todo proyecto migratorio; la debilidad de las cadenas y redes migratorias que apoyen y perpetúen esta migración; la inestable situación política de muchas naciones africanas que, en comparación con Cuba, han concluido su proceso de descolonización hace apenas unas décadas atrás y han atravesado desde entonces complejos escenarios, entre muchos otros elementos.

Sin embargo, el crecimiento de los asentamientos de cubanos en algunos países del continente no pasa desapercibido ante la importancia que ha tomado el tema migratorio en el escenario nacional cubano y no solo es por la envergadura cuantitativa del proceso, sino por las transformaciones en las manifestaciones que evidencian estos flujos en cuanto a la direccionalidad, regularidad, temporalidad, circularidad, composición y elementos motivacionales.

Al tema de la migración de cubanos hacia África ya se han dedicado algunos estudios mayormente concentrados en el asentamiento de cubanos en Angola, principal destino de la migración cubana hacia el continente africano1. También ha sido investigado sucintamente el movimiento de cubanos hacia Sudáfrica en el marco de la cooperación bilateral entre este país y Cuba iniciada a mediados de los años noventa2. No obstante, a pesar de que estos sean los destinos fundamentales del movimiento externo de cubanos hacia la región, no son los únicos lugares de asentamiento. En este sentido, también se ha podido encontrar registro de cubanos asentados, desde finales de la década del ochenta, en otros países lusófonos como Cabo Verde y Mozambique.

Para el año 2013 se estimaba que el número de cubanos establecidos en estas dos últimas naciones superaba los 300; a finales de 2016 esta población había aumentado hasta alcanzar unas 400 personas, cifra que se ha sostenido hasta el presente. Coincidentemente, al igual que a Angola, a estos países llegaron contingentes de cubanos desde la década del setenta como parte de los programas de cooperación internacional desarrollados por el gobierno cubano tanto en el ámbito militar como civil, plataformas que sirvieron para la movilización de muchas personas, el establecimiento de los primeros asentamientos y el acercamiento a la realidad de estos espacios culturales (González, 2011).

En este artículo se presenta un análisis sobre la migración de cubanos hacia estos dos destinos menos investigados desde el punto de vista sociohistórico y político. Se parte de analizar el desarrollo socioeconómico de Cabo Verde y Mozambique, su relación con el comportamiento del proceso inmigratorio y las características de los cubanos establecidos en dichos países.

Las principales fuentes de información para el análisis se componen de textos bibliográficos referativos sobre la cuestión migratoria cubana y sobre la evolución política y socioeconómica del continente africano, en especial de los países caso de estudio, así como por la interpretación de los resultados obtenidos luego de la aplicación de un Cuestionario a los migrantes cubanos tanto en Cabo Verde como en Mozambique. Este procedimiento permitió el acercamiento a los actores del proceso migratorio y a la comprensión misma de su desarrollo y significado. Pero la explicación sobre los criterios de selección de las muestras, el procesamiento, análisis y triangulación de la información se realizará con mayor detenimiento en las siguientes páginas.

El África del siglo XXI como escenario de la movilidad internacional

Se debe partir de la premisa de que la migración de cubanos hacia África en las últimas décadas no es un fenómeno exclusivo de Cuba, varias naciones asiáticas y europeas han experimentado la migración de sus nacionales hacia destinos del continente africano posterior al año 2010. Un ejemplo de este movimiento, que fue referido por los varios medios de prensa, fue la migración de jóvenes portugueses calificados hacia países lusófonos como Angola y Mozambique después del año 2010 en que se profundizaron en el contexto europeo los efectos negativos de la crisis económica mundial que comenzara en 2008.

Si bien la migración ha estado presente en el desarrollo histórico del continente africano como un proceso endógeno, las estructuras coloniales modificaron estos ancestrales movimientos al imponer el sistema de reclutamiento forzoso de mano de obra en función de la acumulación del capital. En las últimas siete décadas, luego del ingreso de las naciones africanas al sistema de relaciones internacionales como estados independientes, los flujos migratorios dentro y entre las diferentes subregiones de África son herederos de estos viejos patrones de movilización. A esto se suman las actuales condiciones provocadas por el agravamiento de problemas políticos, económicos o cuestiones medioambientales que se refuerzan como causantes de la oleada migratoria de africanos hacia el exterior y que presiona las fronteras de Europa desde hace décadas, por ejemplo, convirtiéndolas en uno de los puntos de tensión migratoria más conflictivos del mundo.

Sin embargo, este histórico flujo de africanos hacia otras regiones no nos debe impedir comprender el extraordinario aumento del movimiento poblacional al interior de las subregiones del continente y entre ellas. Suman varios los investigadores que alertan sobre este proceso como el politólogo Mbuyi Kabunda, quien ha sido uno de los primeros africanistas que ha advertido sobre el aumento de las migraciones al interior del continente, otros como Aderanti Adepoju, Júvenal Bazilashe, Beatriz Alvear, María Elena Álvarez, Hilda Valera y Jonathan Crush se suman a sus hipótesis.

También, informes de varios organismos internacionales vinculados a la problemática migratoria reafirman esta tendencia. En 2011 la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estimó que “el 64% de la migración subsahariana era de carácter intrarregional y laboral, y se dirigía principalmente a países como Burkina Faso, Kenya y Sudáfrica. […] en África Meridional los movimientos interregionales representan el 66% de las corrientes” (OIM, 2011, p. 68). Estos flujos han mantenido el mismo comportamiento y crecimiento hasta el año 2019 en que se estima en 21 millones los africanos que viven en otro país de la misma región africana y en casi 19 millones los africanos que residen fuera del continente (OIM, 2019).

A esta movilidad de africanos hacia otras regiones dentro del propio continente se suman discretos flujos de extranjeros dirigidos hacia África, los que en la última década han experimentado un ligero, pero constante incremento. En esta dirección, cifras de la OIM dejan constancia de que para 2015 África albergaba a más de 2,3 millones de extranjeros provenientes, la gran mayoría, de Asia y Europa (OIM, 2017, 44-45). Según esta misma fuente, Sudáfrica es el destino más importante del continente con casi 3.1 millones de inmigrantes (africanos y extracontinentales), siendo el principal país receptor de la región. Entre 2015 y 2019 el número de migrantes nacidos fuera del continente permaneció prácticamente invariable, con un crecimiento mucho más lento hasta alcanzar unos 2,4 millones de personas (OIM, 2019).

Asimismo, y a pesar de no ser destinos tan importantes, Cabo Verde y Mozambique han recibido un creciente número de extranjeros entre el año 2010 y el 2020. En el primero de los casos, el número de extranjeros se calculaba en un poco más de 14 mil personas y para 2020 se estimaba en 15 664 extranjeros, los cuales representaban un 2.8% de la población (ONU, 2020a). En Mozambique, se calcula que el número de extranjeros alcanzaba la cifra de 306 500 en 2010 y para el 2020 este número había crecido hasta los 334 700, representando solo un 1.1% de una población mucho mayor (ONU, 2020b). Según la misma fuente, la mayoría de estos migrantes se ubican en una escala etaria laboral entre los 20 y 64 años.

La importancia que han adquirido algunos destinos africanos para muchos migrantes provenientes de Asia, Europa y América Latina es un proceso que se ha venido desarrollando desde la década de los noventa del pasado siglo. Esto coincidió con la transición de muchas de las economías regionales hacia modelos de libre mercado bajo las fórmulas neoliberales que impusieron al continente las principales potencias y organismos financieros internacionales.

En esa década, en medio de la crisis político-ideológica tras el fin de la Guerra Fría, el colapso del bloque de naciones socialistas en Europa Oriental y la recesión económica de principios de los noventa, la mayoría de las naciones de África Subsahariana comenzaron a ensayar cambios en sus plataformas políticas que desde entonces abrazaron la “democracia multipartidista” como solución a la crisis generalizada del Estado postcolonial. Pero, este redireccionamiento político ya estaba siendo acomodado desde los años ochenta cuando empezaron a ser impuestos a la mayoría de los Estados del continente los primeros Programas de Ajuste Estructural (PAE) como corrección a las dificultades económicas que enfrentaban. La aplicación de las condiciones políticas asociadas a estos programas no tuvo en cuenta los contextos nacionales específicos y complejizaron problemáticas estructurales como la desigualdad en todos sus niveles, la marginalización y la pobreza, la superexplotación de los recursos naturales, la dependencia hacia el sector externo y las inversiones, las migraciones y los conflictos (Álvarez, 2011).

El flujo de capitales hacia el continente a partir de inversiones macroeconómicas que llegaron bajo la modalidad de “ayuda para el desarrollo” permitieron el despegue de aquellos sectores que darían continuidad al papel del África poscolonial en la economía mundial. La fuerte política de privatizaciones unida a la modernización o creación de instalaciones para el desarrollo de la industria extractivo-minera o de la agricultura intensiva y la construcción de carreteras, vías férreas, aeropuertos, puertos o inmuebles en función de estos sectores, fueron las principales actividades económicas financiadas por los capitales internacionales e impulsaron, no solo la movilización de finanzas, sino también de personal capacitado y de empresarios.

Este fue el caso de países como Cabo Verde que, bajo la presidencia de António Mascarenhas Monteiro, entre 1991 y 2001, inició la transición hacia una economía de mercado avocada a la descentralización del Estado. La privatización de empresas de seguros, pesca y bancos, según las exigencias de los organismos internacionales y la ejecución de recortes en el sector público resultaron en el abrupto aumento del desempleo entre los nacionales y del costo de la vida, siendo estas una de las causas de la perpetuación de la histórica emigración caboverdiana.

No obstante, según informe de la OIM la tasa de emigración neta ha ido disminuyendo progresivamente y pasando de índices de -19,1 en el quinquenio de 1970 a 1975 a -5,1 en los años de 2005 a 2010 (OIM, 2010). En cuanto a la inmigración recibida resulta llamativo el crecimiento en un 20% de los extranjeros residentes en el país, pasando de 8 931 en 1991 a 10 375 en el año 2000 y 12 053 en 2010. Esta misma fuente señala como positivo el carácter permanente de parte de esta inmigración al apuntar que un total de 681 extranjeros han solicitado la ciudadanía caboverdiana entre 1977 y 2008, de ellos 51 han sido inmigrantes de origen cubano, los cuales representan el 7,5% del total de las solicitudes (OIM, 2010, 31-34).

En el caso de Mozambique, la adopción del modelo desarrollista de tendencia neoliberal también se unió a los esfuerzos del gobierno para impulsar una serie de reformas políticas y administrativas que condujeron al abandono de los paradigmas de planificación centralizada. Sin embargo, a diferencia de Cabo Verde, este proceso se realizaría luego de la firma de los Acuerdos de Paz en Roma, en 1992, por la que se puso fin a la guerra civil entre las fuerzas del Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) y la Resistencia Nacional Mozambiqueña (RENAMO), que desde 1977 había subsumido al país en el deterioro de las infraestructuras sociales y económicas, la ineficiencia de la economía planificada, la descualificación de los trabajadores y la debilidad de las estructuras creadas en el periodo de la descolonización para la dirección de la economía nacional.

El escenario de conflicto y las históricas rutas migratorias interregionales han determinado las condiciones de desarrollo del proceso migratorio mozambicano marcado, en lo fundamental, por la emigración de trabajadores poco calificados hacia otros países de la región austral como Sudáfrica. Posterior a 1992, la exploración de recursos naturales, las políticas de inversiones y la presencia de multinacionales extranjeras permitieron el crecimiento de los indicadores macroeconómicos y con ello el impulso a la inmigración de foráneos que comenzó a establecerse en distintas oleadas.

La primera de ellas estuvo formada por portugueses que retornaban a recuperar los bienes dejados durante el proceso independentista, la segunda se compuso de trabajadores asiáticos dedicados fundamentalmente a las actividades comerciales y la tercera fue integrada por trabajadores de múltiples nacionalidades incluidos brasileños (Patricio, 2016). En cifras, el aumento de la presencia de extranjeros en la nación se aprecia en la diferencia entre la estimación hecha de 122 300 extranjeros en 1990 y su aumento a 168 300 apenas cinco años después (ONU, 2020b).

Sin embargo, fue la intensa crisis económica posterior a 2008 que evidenció sus consecuencias sobre el mercado laboral internacional y sobre la disminución de la oferta de empleo, principalmente para la población joven sin experiencia laboral previa, la que provocó la dinamización de las migraciones hacia la región africana. A partir de ese año, fueron varios los artículos en la prensa internacional que abordaron la migración de europeos de distintas nacionalidades para ocupar empleos en países como Angola, Mozambique o Sudáfrica, cuyas economías ostentaban un franco crecimiento (Baldé, 2012 y Ash, 2011). También se tiene evidencia del flujo migratorio de brasileños y otros grupos de latinoamericanos hacia Angola, reportado por el Servicio de Migración y Extranjeros (SME, por sus siglas en portugués) desde 2013 como en aumento y con tendencia a la irregularidad (WANAFRICA, 2016).

Asia no se ha quedado atrás en este movimiento y para 2012 el Observatorio sobre Migración de del Grupo de Estados de África, Caribe y Pacifico (ACP Observatory on Migration, por sus siglas en inglés) publicaba que casi medio millón de chinos vivían en África, principalmente en Sudáfrica y Angola, incluyendo una segunda generación ya nacida en el continente africano (ACP Observatory on Migration, 2012). Este flujo se intensificó luego de que en 2006 culminara el Fórum de Cooperación China-África y se lanzara el Plan de Acción de Beijing (2007-2009) lo cual suscitó una oleada de migración económica a tono con los vínculos comerciales en todo el continente. Sin embargo, del continente asiático, otros países como India y Pakistán también aportan migrantes en las rutas hacia África.

Estos movimientos se insertan como parte de los flujos Sur-Sur, tendencia en ascenso durante las últimas décadas y en la que convergen, además, corrientes migratorias de africanos de diversas nacionalidades hacia América Latina, sobre todo dirigidos hacia países como Brasil y Argentina y recientemente hacia naciones caribeñas que sirven de tránsito en la ruta hacia los Estados Unidos. Igualmente, en países asiáticos como China se registran africanos de varias nacionalidades residiendo.

Sin embargo, como ya se apuntaba, entre 2015 y los años subsiguientes el dinamismo en los flujos migratorios hacia África ha mostrado una ralentización. Múltiples factores pueden explicar este comportamiento entre ellos la disminución en la cotización mundial de los minerales, especialmente el petróleo, recursos de los que dependen los modelos económicos extractivistas africanos, los cuales, incidieron en el decrecimiento económico y en afectaciones a la generación de fuentes de empleo. A eso se suman, la tensión política-social a verse reavivados algunos de los conflictos históricos del continente o dinamizado aquellos elementos de presión como consecuencia de los procesos electorales vividos en este período o de los cambios socioambientales que afectan severamente las condiciones de vida de muchas comunidades.

En este amplio contexto de crecimiento en la movilidad internacional es que han tenido marco los recientes desplazamientos de cubanos hacia el continente africano. Desde una perspectiva de larga duración, la presencia de cubanos en África, Asia y Oceanía se ha ido incrementando, principalmente después del año 2000. Según las fuentes, en el año 2005 el asentamiento de cubanos en estas regiones agrupaba a más de 2 800 personas, cifra que para 2010 había ascendido a 6163 individuos. A finales de 2013 se calculaba que este monto había aumentado hasta cerca de los 7 000 sujetos, tomando en cuenta tanto los asentamientos permanentes como los temporales, y a finales de 2015 se había incrementado hasta casi 7 900 personas (Colectivo de autores, 2016).

Cabe señalar que el año 2013 significó un parteaguas importante en el desarrollo del proceso migratorio externo cubano, al ajustarse la política migratoria de la Isla con las características actuales de sus dinámicas a partir de la implementación del Decreto-Ley No.302 y Decreto No.305, modificativos de la Ley de Migración y su Reglamento de 1976 y 1978 respectivamente. Las medidas aplicadas, de forma general, eliminaron restricciones de viaje, requisitos y trámites burocráticos vigentes hasta ese momento, disminuyeron los costos, ampliaron los márgenes para la permanencia de cubanos en el exterior sin perder la condición de residentes en la Isla y contribuyeron a normalizar, en alguna medida, las relaciones de la nación con su emigración (MINJUS, 2012).

Desde 2015 se estima que el número de cubanos asentados en estas regiones se ha sostenido por el aumento en los viajes y la mayor circularidad en las trayectorias migratorias dadas las flexibilidades en el marco normativo cubano. Sin embargo, la acumulación de tensiones que detonaron en la crisis migratoria de cubanos por las rutas terrestres centroamericanas con destino a los Estados Unidos en el último trimestre de 2015 y durante todo el 2016 hasta el fin la política de “pies secos-pies mojados”, el 12 de enero de 2017, y el cambio de administración presidencial en la nación norteña incidieron en un redireccionamiento de los asentamientos y algunos sujetos se vieron motivamos a radicarse en el destino tradicional de la emigración cubana. (Aja et al., 2017).

Las causas del sostenido incremento de la migración cubana en estos destinos emergentes, a pesar de las dificultades que conlleva el proyecto migratorio hacia espacios no tradicionales y con complejos contextos de inserción, se deben encontrar en las características de la situación política y socioeconómica de Cuba. De no variar los elementos sistémicos de presión migratoria, las tendencias hacia la diversificación de los destinos, el aumento y la circularidad de los viajes se sostendrán y perpetuarán como “estrategia de compensación” motivadas, en parte, por razones socioeconómicas y de desarrollo laboral y profesional.

De acuerdo con las particularidades de la matriz productiva cubana (no capitalista, altamente centralizada, periférica geopolíticamente, con una productividad baja y una histórica dependencia hacia los sistemas de intercambio internacional preferenciales), la fuerza laboral, generalmente con una capacitación media-alta y subutilizada en función del crecimiento económico del país, es cada vez más vulnerable a los procesos de deterioro social y del trabajo como medio de satisfacción de sus necesidades, a la profundización en la brecha de diferenciación en los ingresos y el consumo, y a la selectividad en el patrón de movilidad social (Espina Prieto, 2015, pp.265-268).

La migración tanto hacia los destinos tradicionales como nuevos es, entonces, asumida cada vez más como aquella “estrategia de compensación” en dos planos motivacionales interrelacionados: en el plano individual y familiar por razones económico-laborales concretas y, en el plano nacional, como respuesta ante el deficiente ordenamiento socioeconómico interno y su reflejo negativo sobre parte de la fuerza de trabajo. En específico, muchos de los profesionales perciben la migración como una estrategia para contrarrestar, a nivel individual y familiar, las desigualdades estructurales y el estancamiento en las condiciones de vida que generan las políticas socioeconómicas implementadas por la máxima dirección del país3.

La migración de cubanos hacia Cabo Verde y Mozambique

La caracterización sociodemográfica de los cubanos que se han establecido en estos destinos ya sea de manera permanente o temporal, resulta un enorme desafío por la complejidad de recopilar información que fundamente el análisis teórico y describa las dinámicas del objeto de estudio. La corta tradición histórica de estas naciones como receptoras de la migración externa cubana, la inexistencia de investigaciones precedentes, la falta de datos censales y estadísticos disponibles por parte de los gobiernos africanos sobre su inmigración y el difícil acceso a las fuentes oficiales de información del gobierno cubano y las instituciones implicadas con la cuestión migratoria externa, son algunos de los elementos que obstaculizan el estudio.

Según las características y particularidades que describen la esencia del proceso migratorio externo cubano hacia Cabo Verde y Mozambique, se puede plantear que su comportamiento no es diferente del resto de la migración cubana internacional en cuanto a las características sociodemográficas esenciales como sexo, color de la piel y edad (Sorolla Fernández, 2013). Se observa una migración mayoritariamente femenina, de composición blanca y en edad laboral activa que se incorpora al lejano contexto africano de manera temporal. Se trata de una migración regular compuesta por individuos que viajan solos y que se sienten estimulados principalmente por objetivos de naturaleza económica y familiar.

Como ya se anunciaba desde la introducción, estas hipótesis han sido constatadas a partir de la aplicación de un Cuestionario diseñado por el Centro de Estudios de Migraciones Internacionales (CEMI)4 de la Universidad de La Habana a los cubanos residentes en el exterior. La utilización de esta técnica para la recopilación de la información y su confrontación con el análisis aportado por las entrevistas a especialistas sobre la temática migratoria cubana contribuyeron a caracterizar un objeto de estudio multidimensional y complejo.

Sobre los resultados del proceso de aplicación del Cuestionario se debe señalar que el análisis parte de una muestra intencionada. Se aplicó a 10 cubanos inscritos en el Consulado de Cuba en Cabo Verde y a 11 en el de Mozambique a partir de la necesidad de estos de realizar trámites consulares. Su proceso de aplicación comprendió los meses de enero a junio de 2016. Estas muestras representan entre el 5 y el 6% del total estimado de cubanos establecidos en Cabo Verde y en Mozambique, tanto de manera permanente como temporal, a finales del año 2016.

Los datos que proporcionó el Cuestionario fueron procesados mediante métodos estadísticos inferenciales y descriptivos haciendo uso de softwares profesionales como el SSPS 21.0 y el Statistica 18.0, los cuales permitieron describir las distribuciones de frecuencias con el objetivo de analizar el comportamiento de los encuestados.

De igual forma, se realizaron entrevistas a especialistas en la temática migratoria externa cubana. Fueron entrevistados cinco especialistas provenientes de diferentes centros e instituciones cubanas, entre ellos el Centro de Estudios de Migraciones Internacionales (CEMI) y la Dirección de Asuntos Consulares y de Cubanos Residentes en el Exterior (DACCRE), perteneciente al Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX). Las entrevistas permitieron fundamentar las principales características del proceso migratorio cubano hacia la región africana y su relación con las particularidades del contexto político y económico en que se desarrolla.

En este epígrafe se presenta un sintético análisis de las evidencias cuantitativas que fundamentan la hipótesis adelantada, para ello se partirá del comportamiento de la muestra atendiendo a variables como el año de salida y la vía utilizada, la relación entre sexos, el color de la piel, la edad predominante, el nivel educacional concluido en Cuba antes de viajar, la experiencia laboral y profesional acumulada en Cuba, la correspondencia entre el nivel educacional y el empleo actual en Cabo Verde o Mozambique y las relaciones de parentesco o amistad en la realización del proyecto migratorio.

Los sujetos de las muestras de ambos países están distribuidos entre hombres y mujeres desde los 27 hasta los 66 años. Como se había afirmado, la distribución según el sexo favorece a las mujeres, las que representan el 60% del total de la muestra en Cabo Verde y el 64% en Mozambique.

Atendiendo a los años de salida, la mayoría de la muestra viajó hacia ambos países en el período posterior al año 2000. Sin embargo, se debe apuntar que antes del año 2000 la mayor parte de los cubanos establecidos en Mozambique eran mujeres (100%) que migraron desde 1990, una de ellas por sus vínculos familiares y con el tiempo de asentamiento ha llegado a alcanzar la ciudadanía. En el caso de Cabo Verde la mayoría de los asentamientos previos al año 2000 lo constituyeron mujeres (67%) que viajaron desde finales de la década del noventa. De estas, el 75% había formado familia con un cónyuge de origen africano o portugués, de ahí que las motivaciones familiares ya tuvieran un peso significativo en la migración desde los años previos al 2000.

En cuanto a la vía utilizada para viajar, la totalidad de los individuos residentes en ambos países declaró que había utilizado la aérea. De los sujetos establecidos en Cabo Verde, el 40% declaró haber vivido en otros países, mientras que en el caso de Mozambique fue del 18%. Entre los países mencionados por los encuestados se encuentran la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), España, Portugal, Angola, Namibia, Nicaragua e Irak. El 66% de estos sujetos han trabajado en el sector de la salud en estos países con los que además Cuba sostiene proyectos de cooperación médica. El color de la piel que predomina en ambos sexos es el blanco en el 70% de los casos encuestados en Cabo Verde y el 64% de los casos en Mozambique.

En el caso de Cabo Verde, la edad media de la muestra es de 48,5 años siendo la edad mínima 27 y la máxima 62 años. En Mozambique, la edad media de la muestra es de 49,6 años, siendo el valor mínimo 30 y el máximo 66 años. Aunque no se observa un rango de edad que predomine de manera absoluta en las dos muestras, la distribución de frecuencias indica una mayor concentración entre las edades de 41 a 70 años. Estos elementos apuntan a que se trata de una población que pudo haber culminado en Cuba los estudios de nivel superior y posgraduado y que se encuentra en edad laboral activa y con años acumulados de experiencia laboral.

Ya se anunció que resalta como peculiaridad de este caso de estudio que el nivel educacional terminado en Cuba predominante entre los encuestados es el universitario, representado en el 60% de los casos en Cabo Verde y en el 82% en Mozambique. Si se establece una relación entre los grupos etarios más representativos que comprende la migración hacia estas naciones (41≤ x ≤ 70 años) y los ciclos del sistema de enseñanza cubano, se ratifica que la migración ocurre no solo entre aquellos grupos de edades que han culminado sus estudios superiores y posgraduados, sino que también han acumulado experiencia profesional en sus campos de especialización por más de una década.

Pero esta característica también se corresponde con la tendencia mundial que apunta hacia la creciente “selectividad de la migración, favoreciendo la admisión de inmigrantes para satisfacer necesidades específicas, pero con prioridad en la atracción y retención de una inmigración calificada que multiplique el capital humano y la competitividad internacional” (Sorolla Fernández, 2010, p. 61). En el caso de la migración de cubanos hacia el continente africano, la implementación de estrategias neoliberales para el desarrollo socioeconómico de las naciones de esta región, la generación de una demanda de mano de obra calificada extranjera, ante la imposibilidad de los nacionales de cubrir este requisito, y el prestigio de los profesionales cubanos ganado desde décadas anteriores con la implementación de programas de colaboración civil y militar, han favorecido su inserción en este contexto.

A esto se suma la posibilidad de alcanzar el reconocimiento de los títulos de grado y años de experiencia en contextos que permiten con relativa mayor facilidad este proceso y la oportunidad de continuar trabajando en los mismos campos de profesionalización, que además tienen una demanda casi constante de trabajadores calificados (salud, educación superior, industria, entre otros), lo que es una opción, que si bien es muy costosa, constituye una estrategia atractiva para muchos trabajadores cubanos que también buscan en la migración la continuidad de su desarrollo profesional.

Del total de encuestados con nivel universitario, los graduados en el área de la salud constituyen el 66% y son egresados de especialidades como medicina general, enfermería, estomatología maxilofacial, pediatría y anestesiología. Coincide que varios de ellos cuentan con experiencia de trabajo en otros países del Sur además de Cuba, como ya había sido referido.

No existe un sector de ocupación que predomine entre los encuestados antes de salir de Cuba; los más recurrentes son: salud y sanidad, educación, cultura y turismo. El tiempo medio de empleo en Cuba es de 15 años, lo que denota una significativa acumulación de experiencia en la fuerza laboral cubana que optó por la estrategia migratoria hacia las naciones africanas.

El 75% de los sujetos de ambas muestras declaró que existe correspondencia entre el nivel educacional alcanzado en Cuba y su empleo actual en Cabo Verde o Mozambique. Se destaca un predominio de ocupaciones en el sector terciario de las economías africanas, siendo la esfera de la salud y el comercio las más representativas, seguidas por la educación, la construcción y el transporte, entre otras.

En cuanto a la situación laboral actual, el 50% de los cubanos asentados en Cabo Verde declaró ser empleado oficial del gobierno, mientras que en Mozambique el sector privado y el autoempleo agrupan el 75% de los cubanos que declararon su situación laboral. Precisamente en este país, el sector privado es el de mayor dinamismo, impulsado por la fuerte inversión extranjera y la política de privatización comprendidas en los programas de ajuste estructural de corte neoliberal que dominaron la política económica de la nación luego del fin de la guerra civil.

El estado civil que predomina entre los sujetos de la muestra de Cabo Verde es el casado en el 40% de los casos y en el 45% entre los asentados en Mozambique. Cuba es el país de origen predominante de los cónyuges, seguido por Portugal y Cabo Verde, lo cual argumenta la decisión de viajar o establecerse en estas naciones por parte de algunos encuestados como consecuencia de matrimonios con nacionales de esos países. Se debe apuntar que algunas de estas uniones pudieron producirse en territorio cubano producto de la prolongada presencia de miles de estudiantes africanos, sobre todo mozambicanos, que cursaron estudios hasta nivel superior en la Isla (Dorsch, 2011).

Casi el 80% de los encuestados de ambas naciones declaró tener hijos, la mayoría de estos nacieron y residen en Cuba. El 33% de los sujetos con hijos señalaron a Italia, España, Portugal, Mozambique y Cabo Verde como los países de residencia de sus descendientes.

A partir de los resultados del cuestionario, se puede adelantar la hipótesis sobre la importancia de las cadenas migratorias5 tanto en el flujo hacia Cabo Verde como Mozambique, principalmente a través de nexos de familiares y de amistad. De los sujetos que respondieron a esta pregunta, en el caso de Cabo Verde, el 60% declaró tener familia en el país africano antes de iniciar el proyecto migratorio y el 60% contaba con amistades. En cuanto a los llegados a Mozambique, la mayoría (40%) tenía familia y el 30% amigos. Los parentescos más comunes en ambos casos fueron cónyuges y hermanos.

Al preguntarles por la pretensión individual al llegar al país por primera vez, el 67% de los encuestados de ambos países señaló que pretendía regresar a Cuba luego de un tiempo. En esta misma dirección, el 80% de los sujetos apuntó que su familia y amigos también esperaban su regreso pasado un tiempo. El haber dejado al cónyuge e hijos en el país de origen ha profundizado la “promesa de reencuentro” en la mayoría de los encuestados, quienes alimentan los vínculos con su isla natal. Esto se puede registrar mediante el envío a Cuba de ayuda económica en dinero, estrategia practicada de manera mensual por el 53% de los sujetos de ambas muestras, y la realización de viajes a la isla, practicada por el 47% de los individuos, de ellos la mayoría de manera anual.

Esta información fue confirmada en las entrevistas realizadas a especialistas en la temática migratoria externa cubana; las cuales permitieron fundamentar las principales características del proceso migratorio cubano hacia la región africana y su relación con las particularidades del contexto político y económico en que se desarrolla.

La mayoría de los especialistas apuntó que muchos cubanos viajaron a estas naciones africanas después de la década del noventa, período que coincidió con la profundización de la crisis socioeconómica en Cuba. Además, una parte de los cubanos que viajaron en esta etapa habían contraído matrimonio con ciudadanos de estos países, así que entre las múltiples causas también influyeron las de índole familiar. Todos los especialistas señalaron en que el aumento de la presencia cubana después del año 2000 coincide con la llegada a estos países de extranjeros procedentes de otras regiones del continente y del mundo, atraídos por las oportunidades de empleos mejor remunerados para profesionales que ofrecieron las economías africanas en la etapa posterior a la transición hacia un modelo económico de libre mercado bajo los programas de ajuste estructural impulsados por los principales organismos internacionales.

En el caso de la migración cubana, el elevado prestigio de los profesionales cubanos, las históricas relaciones políticas de solidaridad entre estos países y Cuba que han servido como puentes de información sobre los destinos y plataforma para iniciar el movimiento migratorio, unido a las diferencias salariales producto de las condiciones estructurales de cada nación, fueron señalados como los elementos más significativos en la selección de estos países.

Los especialistas de la DACCRE ratificaron que, en el caso de Cabo Verde, casi el 43% de los ciudadanos inscritos en el registro consular cubano en diciembre de 2016 tenía nivel universitario. Las ocupaciones de esta fuerza de trabajo estaban concentradas principalmente en la esfera de la salud, tanto médicos como enfermeras, y en otras ramas de la economía en calidad de ingenieros, arquitectos, mecánicos o abogados. Estas profesiones coinciden con aquellos sectores de la economía caboverdiana que han recibido un mayor empuje después del proceso de transición hacia una economía de mercado que experimentó el país desde inicios de la década de los noventa, fuerte privatización y apertura a la inversión extranjera. La inversión y la potenciación de capacidades en sectores primarios como la minería y la construcción, por ejemplo, han generado empleos que son ocupados por personal calificado proveniente de otras regiones y países. Sin embargo, en esferas del sector terciario, como la salud y la educación, están presentes cubanos establecidos en este país desde esta década y posterior al año 2000.

En el caso de Mozambique, los especialistas entrevistados apuntaron que el 56% de los cubanos inscritos en el registro consular a finales del mismo año tenían nivel universitario y, al igual que en Cabo Verde, una gran parte de ellos provenían del sector de la salud y la educación superior.

De este modo se está construyendo una migración no diferenciada del resto de la migración externa cubana, a partir de sus características esenciales, y que se articula sobre la base de las particularidades políticas y socioeconómicas de los centros de emisión y recepción implicados en el proceso, en un contexto histórico-global que presenta determinadas dinámicas. Este flujo, lejos de ser un fenómeno aislado, constituye también una nueva dimensión de las múltiples relaciones políticas y económicas que se han ido entretejiendo entre Cuba y África por más de medio siglo.

Conclusiones

En el escenario internacional posterior a los años noventa, marcado por viejas y nuevas condiciones que agravan las causas que originan y perpetúan las migraciones como problema estructural del capitalismo y, a tono con algunas de sus tendencias contemporáneas, ha tomado impulso la migración de cubanos hacia África. Su mayor concentración en destinos como Angola o Sudáfrica, motores de las economías de las regiones central y meridional del continente, no demerita la presencia de cubanos en otras naciones. En todos los casos la plataforma de solidaridad reforzada desde la Isla a partir de los años sesenta ha condicionado la continuidad de los contactos entre las dos realidades sobre la movilización de contingentes de personas en ambas direcciones.

Sin embargo, el paulatino crecimiento de los flujos externos cubanos posterior a la década del noventa y su diversificación hacia otros destinos como Cabo Verde y Mozambique, pone en contraposición los niveles de desarrollo alcanzados por las políticas económicas de estos países y las de Cuba y las expectativas personales de los individuos de satisfacer en los nuevos contextos sus necesidades y aspiraciones. Como en el resto de la migración cubana hacia África, los flujos dirigidos a estas naciones están compuestos en su mayoría por una migración temporal y regular tendiente a la circularidad. Los motivos fundamentales se relacionan con lo económico y familiar a partir de la determinación de que en Cuba no lograrán alcanzar sus metas personales en el mediano-largo plazo.

Resalta la alta representatividad de personas calificadas y el predominio de profesionales con una experiencia media laboral de una década de ejercicio en su campo de especialización. La posibilidad de alcanzar el reconocimiento de los títulos de grado y años de experiencia en contextos que permiten con relativa-mayor facilidad este proceso y la oportunidad de continuar trabajando en los mismos campos de profesionalización con mayores salarios que en Cuba es una opción, que, si bien es muy costosa, constituye una estrategia atractiva para muchos trabajadores cubanos que también buscan en la migración la continuidad de su desarrollo profesional.

Todos estos elementos apuntan hacia la continuidad de este proceso migratorio. De no variar las contradicciones en el desarrollo nacional cubano que constituyen elementos de presión migratoria y las condiciones de crecimiento desigual y periférico de las naciones africanas receptoras, será muy difícil frenar el incremento de la migración cubana hacia África a pesar de las políticas para su control.

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1 Entre estos estudios se pueden consultar los trabajos Pérez (2013, 2015, 2016, 2017 y 2019).

2 Mercedes Valle. 2015. La migración de médicos cubanos cooperantes en Sudáfrica: una mirada desde la familia. Tesis en opción al grado de Máster en Migraciones Internacionales y Emigración Cubana. Centro de Estudios de Migraciones Internacionales (CEMI), Universidad de La Habana, Cuba.

3 Sobre la situación interna de Cuba y las contradicciones de su desarrollo histórico que constituyen elementos de presión migratoria se puede profundizar en Pérez (2015, 2017 y 2019).

4 Este Centro de Estudios fue disuelto en 2017.

5 Por las características del objeto de estudio se asume la categoría de cadenas migratorias para denominar al espacio de intercambio y apoyo formado por la unidad familiar y grupo de amigos, que, aunque puedan alcanzar dimensiones transnacionales por la propia dinámica del proceso migratorio, son vínculos informales y reducidos al grupo de personas conectadas con los migrantes (Pedone, 2010).